Gastronomía cántabra


"Cantabria Infinita", así la llaman. A pesar de su tamaño relativamente reducido, no solo nace de ella su espléndida naturaleza, repleta de variados entornos y paisajes, sino que se traducen en cultura gastronómica. Mar, montaña, huerta, bosque... son las grandes características de los pueblos cántabros. Y que a día de hoy se siguen respetando y adaptando a los nuevos tiempos y formas culinarias.

Cantabria tiene una merecida fama de que “se come mucho y bien”. En manos de la tradición, los recursos culinarios del mar y la montaña se convierten en una explosión para los sentidos, e inspiran a las viejas y nuevas generaciones de cocineros.

Anclados a las rocas y agitados por el mar cantábrico, crecen crustáceos, moluscos, mejillones salvajes y percebes. Sin olvidarnos de la variedad de pescados que habitan en sus aguas  y que se alimentan de ellos, nacen platos tan típicos como las rabas de calamar, las anchoas, la merluza en salsa verde, las almejas a la marinera, la langosta, el sorropotún, el rodaballo… ¡Variedad para todos los paladares!

Conservados en plena naturaleza y al borde de la montaña, nacen ingredientes propios de las huertas: alubias (rojas, blancas, pintas…), tomates, pimientos, lechugas, cebollas, puerros.... Pero también crecen y se alimentan de pasto fresco vacas de raza autóctona, venados, jabalíes… que se convierten en el acompañamiento principal, junto con las hortalizas, de un buen guiso, como es el cocido montañés o el lebaniego.

De las mejores razas ganaderas nacen las Denominaciones de Origen queseras de Cantabria: el Picón de Bejes-Tresviso, los Quesucos de Liébana y el Queso de Nata de Cantabria. Que sea denominación de origen sirve para designar un producto cuya producción, transformación y elaboración se realiza en una zona determinada y cuya calidad y características se deben al medio geográfico con factores naturales y humanos inherentes en él.

La leche y sus derivados son los protagonistas de los postres cántabros. Sobaos, quesadas, arroz con leche, flanes, natillas, tarta de queso... Las recetas tradicionales de estos postres y los productos que las conforman los convierten en un mundo de sabores que todo el mundo quiere degustar.

Y cómo no, un buen vino acompañando la comida. Los vinos de la Costa de Cantabria son sobre todo blancos, siendo el complemento ideal para los pescados y las anchoas; mientras que los vinos de la Tierra de Liébana acompañan perfectamente las carnes, los embutidos y el cocido.

Por último, un chupito de Orujo de Liébana es el remate perfecto para una copiosa comida típica.

La tradición está presente en cada plato típico de Cantabria. Tanto es así, que 6 restaurantes cántabros han conseguido elevar la tradición hasta el más alto nivel: Las estrellas Michelín.

- El Cenador de Amós (3 estrellas Michelín)

- La Casona del Judío (1 estrella Michelín)

- El Nuevo Molino (1 estrella Michelín)

- El Serbal (1 estrella Michelín)

- La Bicicleta (1 estrella Michelín)

- La Solana (1 estrella Michelín)




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